Al final ha llegado el día para disfrutar de la ruta que he venido a conocer.

Es una ruta relativamente corta pues consta sólo de 63 km, pero he preparado un trazado para continuar el día descubriendo rincones del Maestrazgo.

Comienza The Silent Route.

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Montoro y sus Órganos - Río Pitarque

Hoy es viernes y la mañana amanece fresca, tras mi desayuno me preparo y arranco mi viaje por la A-1702. Por semana hay menos tráfico de ocio y sólo me cruzo con algún motero como yo que quiere disfrutar del paisaje y sus curvas, algún camión o coche y poco más.

Al poco de salir cruzo el pueblo de Ejulve y más adelante me encuentro con la señal de inicio/fin de la ruta, su logo e icono, «la cabra en la peña». Paro a hacerme las fotos de rigor, se puede observar la panorámica del Maestrazgo, su monte bajo y bastante poblado.

Continúo y llego al desvío de Montoro de Mezquita a la derecha. Este desvío es corto pero la carretera está un poco machacada, aunque tiene su encanto, sus túneles picados en la roca viva. Un poco más allá llego al pueblito, que no tiene mucho más.

En casi todos estos pueblos apartados, hay que dejar el vehículo fuera para poder acceder al mismo.

Retorno a la vía principal donde continúo un poco más y me encuentro el desvío a Pitarque. Lo tomo de nuevo y con las mismas características que el anterior, sólo que esta discurre cerca del río que da nombre al pueblo.

De vuelta a la A-1702, subo un pequeño repecho que me deja ver a mi izquierda las formaciones rocosas llamadas Los Órganos de Montoro, tiene su mirador particular, donde realizo alguna foto para inmortalizar el sitio y la explicación de sus formaciones. 

Villarluego y otros pueblos, fin de la ruta

Viajando despacio se puede parar cada poco y ver los barrancos que vamos dejando a derecha e izquierda. Además de los increíbles pueblos encaramados en las zonas más altas de estos barrancos. Llego a una zona de pinos y hago una parada para mi «bocatta time»  y beber algo.

Un poco más allá de la zona arbolada toca la rocosa, con un tramo muy virado e incrustado en la pared de la montaña, hay que tener cuidado pues puedes encontrarte algo de piedras por la vía.

La temperatura sigue estando alrededor de los 20º, pues estamos bastante altos y se agradece enormemente. Tras pasar unos pocos pueblos más llegamos al final de la ruta coincidiendo con la carretera A-226.

Cantavieja - Mirambel - Ginebrosa

Entro a Cantavieja y me detengo en la plaza del pueblo para buscar un super y una cafetería donde tomar un cafetito con hielo. Aprovecho también para comprar algo de fruta y unas almendras naturales de la zona. Me siento en una terraza a tomar el café y disfrutar del buen tiempo que estoy teniendo.

Al principio de la ruta, coincidí con unos riders de Bilbao que venían en dirección contraria a la mía y me comentaron que no podía perderme un pueblo llamado Mirambel, así que cuando llegué, aparqué la moto en la única sombra que había en la parte de fuera del pueblo y me dispuse a conocerlo a pie.

Lo fui recorriendo y disfrutando de sus construcciones en piedra de la zona, así como de sus calles empedradas. También hay un convento de las Agustinas con unos ventanales en madera muy característicos de épocas pasadas.

Continúo mi viaje hasta llegar a un pueblo llamado Ginebrosa, aquí encuentro un bar (el de la piscina) y paro a tomarme algo fresco, ya empieza a hacer más calor y hay que reponer líquidos.

Además en este lugar hay una edificación que me gustaría visitar y son las neveras del pasado, se llaman Las Bóvedas del Frio. Una pasada de edificación.

Ermita de San José - Embalse de Calanda

Para recuperar un poco del recorrido de vuelta, realizo un pequeño tramo de nacional por la N-232 dirección Alcañiz hasta tomar el desvío dirección Belmonte de San José.

Esta carretera ya es bastante más mala que las anteriores y hay que ir mucho más despacio, así que en cuanto veo un desvío para conocer algo, me salgo y llego a la Ermita de San José. Una construcción edificada en lo alto de un risco que dispone de unas vistas tremendas. Aquí es donde terminaré de comer mi bocata de jamón y descansaré un rato para dar el último tirón.

Vuelvo a la carretera y continúo, despacio eso sí, pues el perfil no deja para más y quizás gracias a ir a esa velocidad puedo disfrutar de encontrarme con una cierva y su cría casi recién nacida, pues le costaba bastante caminar. La madre se apartó de la carretera, pero la pobre pequeña no sabía que hacer así que la deje que fuese poco a poco con su mamá.

Al fin llego a una carretera en mejor estado que me lleva hasta Calanda y su embalse. Todos o casi todos los embalses que me voy encontrando están bastante bien de capacidad, es una suerte verlos así.

Una vez en mi destino por hoy, sólo queda descansar, aunque la ruta del siguiente día va a ser mucho más corta, los kilómetros de los días anteriores empiezan a pesar.

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